EL SANTUARIO DE HERMES

Por Claudia Zavala – asesora especialista en comunicación de mundiverso.

HERMES era el dios griego de las palabras. Prudente y estratega desde su infancia, se adueñó de la habilidad de vencer en las oratorias públicas y en las asambleas. Hijo de Zeus y Maya, el poderoso encanto de su lenguaje, lo llevó a ser nombrado mensajero de los dioses. De ahí que las lenguas de los animales sacrificados le fueran ofrecidas. Su mito cobró fuerza, cuando su propio padre, el Rey del Olimpo, confió en él la resolución de conflictos entre los demás dioses. Hermes era el mediador. Pero su figura también destacó a raíz de vergonzosos episodios que lo acusaban de aprovecharse de su sorprendente talento verbal para manipular y maquinar fraudes en contra de sus enemigos. Ese fino claroscuro en el que se debatía, lo hicieron trascender en la historia como uno de los personajes más complejos y difíciles de definir.

Desde niña, he sentido fascinación por las palabras. Y por cómo la manera de construirlas y desconstruirlas pueden llevar a caminos ricos y variados. O a verdadero caos incendiarios. Mi formación como periodista y comunicadora ha consolidado mi pasión, pero también ha despertado la conciencia de la enorme fisura que existe entre el poder real de la comunicación y lo que la ausencia o el mal manejo de ésta puede producir entre las personas y en las mismas organizaciones. El permanente ejercicio entre las dinámicas de un extremo inteligente y productivo y otro más manipulador y canalla es lo que ha desarrollado, a lo largo de los años, la controvertida historia de la comunicación. Y nos han dejado en el tintero preguntas tan abiertas como ¿qué importa más, el mensaje o el mensajero? ¿qué contar? ¿cómo contarlo? ¿a quién? ¿para qué? ¿cuándo es mejor callar?

Este es un espacio para compartir ideas alrededor de la comunicación. Cercano y sencillo. Mítico y real. Donde todas las opiniones que se debatan en esta plaza virtual, llena de sus propias certezas y contradicciones, ayuden a construir respuestas. O al menos, nos guíen hacia las preguntas necesarias. Un espacio, donde el único acuerdo de partida sea la apertura por el aprendizaje, el diálogo y el intercambio. Y así aprovechar esta red tecnológica, pero sin olvidar la humana, el intercambio social, la mediación, en definitiva, la herencia de Hermes…

Cuenta la leyenda, que siendo aún muy pequeño, Hermes robó a su hermano Apolo unas vacas. Enardecido, Apolo se quejó ante su padre y éste ordenó al niño devolver lo que había robado. Para aminorar el enojo de su hermano, Hermes tocó una melodía con el caparazón de una tortuga, en señal de desagravio, e invitó a Apolo a tocar su improvisada lira. El éxito fue tal, que Apolo se enamoró del instrumento y se convirtió en maestro de música. Como corolario, Hermes construyó el primer discurso de su vida, basándose en el valor de la honestidad. Su actitud, sus palabras y su demoledor mensaje, ejercieron tal poder persuasivo en su hermano que, finalmente, éste decidió cederle las vacas, sellando su regalo con un fuerte abrazo de gratitud. El mito del buen estratega y mensajero había nacido…

Claudia Zavala (Asesora de Comunicación de mundiverso)

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